La histórica y colonial ciudad de Querétaro tiene el orgullo de haber sido designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su cercanía con la Ciudad de México de tan sólo 222 km, y su ubicación en la región central del País la hacen una de las ciudades más importantes de México. Su superficie es de 11,449 km2, se encuentra a 1,800 metros sobre el nivel del mar y tiene una población aproximada de 1,200,000 habitantes.
La ciudad de Querétaro, fundada en 1531 y considerada como la Tercera en importancia durante el virreinato, posee una arquitectura hidráulica que se ha convertido en su símbolo más representativo.
La centenaria ciudad de Querétaro posee numerosos vestigios arquitectónicos del siglo XVIII, época en que gozó de gran auge político y económico, y gracias a ello hoy podemos admirar bellas casonas, magníficos edificios religiosos y una gran variedad de construcciones dedicadas a la obra pública; de esta última un claro ejemplo lo constituyen por diferentes rumbos de la ciudad, entre las que destacan los puentes, las fuentes y, sobre todo, el impresionante acueducto que se ha convertido en símbolo e identidad de todos los queretanos.
Querétaro alcanzó su esplendor en el siglo XVIII, cuando se asentaron en la entidad dieciocho órdenes religiosas que edificaron este gran conjunto arquitectónico que hoy podemos admirar y que la llevaron a ser declarada en 1996 patrimonio cultural de la humanidad por la unesco.
Es obligado el recorrido por el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro, desde el Sangremal hasta el templo de Santa Rosa de Viterbo, y desde su Alameda hasta el barrio de la Otra Banda, donde el entorno proveniente del pasado convive con una de las ciudades más pujantes del país. No pueden faltar en este recorrido los siguientes monumentos: el Acueducto, magna obra de la arquitectura civil que permitió transportar el agua de los manantiales al oriente de la ciudad y con ello consolidar el sano desarrollo de la urbe durante el siglo XVIII, iniciado en 1723 por el Marqués de la Villa del Villar del Águila; sus 72 arcos de mampostería, el mayor de ellos con una altura de 23 m, y claros de 13 m,
Entre la arquitectura civil sobresale el edificio de las Casas Reales, ubicado en la plaza de armas, actual Palacio de Gobierno. En esta misma plaza se localiza la Casa de Ecala, en el lado poniente, con una magnífica fachada de cantera bellamente labrada.
Querétaro destaca por sus plazas, calles y casonas, de ahí que se sugiere recorrer su sistema de plazas, donde se sitúa la mayoría de estos edificios. Las plazas se conectan por medio de bellas calles adoquinadas (adoquines de dura cantera de la cañada, labrados a mano, que le dan un carácter especial a casi todas las calles del Centro Histórico) antiguamente empedradas.
De una época más reciente está la Casa Mota, de un austero estilo ecléctico–que luce una fachada de elaborados almohadillados–. El Palacio Municipal, cuya fachada también corresponde al estilo ecléctico, aunque su estructura interna pertenece a una época anterior, hoy está magníficamente restaurado y es sede del Gobierno Municipal.
En cuanto a la arquitectura religiosa, no se puede dejar de visitar el templo y convento de Santa Rosa de Viterbo, sin duda alguna el edificio más representativo de un barroco exuberante profusamente decorado, donde se ha rescatado la pintura original de sus fachadas, pórtico, torre, cúpula e interiores. Son innumerables los elementos que causan la admiración de todos: sus arcos botoreles invertidos –proeza sin par del arquitecto Mariano de las Casas–.
El convento y templo de Santa Clara posee magníficos altares barrocos de madera dorada; destaca en esta obra su trabajo de herrería tanto del coro bajo como de la tribuna en la parte superior; la profusión de su decorado es un claro ejemplo de la belleza alcanzada en la decoración barroca, su riqueza de formas hace de sus altares, junto con los de Santa Rosa de Viterbo, los trabajos más característicos del esplendor del siglo de oro queretano.
La ciudad de Querétaro, fundada en 1531 y considerada como la Tercera en importancia durante el virreinato, posee una arquitectura hidráulica que se ha convertido en su símbolo más representativo.
La centenaria ciudad de Querétaro posee numerosos vestigios arquitectónicos del siglo XVIII, época en que gozó de gran auge político y económico, y gracias a ello hoy podemos admirar bellas casonas, magníficos edificios religiosos y una gran variedad de construcciones dedicadas a la obra pública; de esta última un claro ejemplo lo constituyen por diferentes rumbos de la ciudad, entre las que destacan los puentes, las fuentes y, sobre todo, el impresionante acueducto que se ha convertido en símbolo e identidad de todos los queretanos.
Querétaro alcanzó su esplendor en el siglo XVIII, cuando se asentaron en la entidad dieciocho órdenes religiosas que edificaron este gran conjunto arquitectónico que hoy podemos admirar y que la llevaron a ser declarada en 1996 patrimonio cultural de la humanidad por la unesco.
Es obligado el recorrido por el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro, desde el Sangremal hasta el templo de Santa Rosa de Viterbo, y desde su Alameda hasta el barrio de la Otra Banda, donde el entorno proveniente del pasado convive con una de las ciudades más pujantes del país. No pueden faltar en este recorrido los siguientes monumentos: el Acueducto, magna obra de la arquitectura civil que permitió transportar el agua de los manantiales al oriente de la ciudad y con ello consolidar el sano desarrollo de la urbe durante el siglo XVIII, iniciado en 1723 por el Marqués de la Villa del Villar del Águila; sus 72 arcos de mampostería, el mayor de ellos con una altura de 23 m, y claros de 13 m,
Entre la arquitectura civil sobresale el edificio de las Casas Reales, ubicado en la plaza de armas, actual Palacio de Gobierno. En esta misma plaza se localiza la Casa de Ecala, en el lado poniente, con una magnífica fachada de cantera bellamente labrada.
Querétaro destaca por sus plazas, calles y casonas, de ahí que se sugiere recorrer su sistema de plazas, donde se sitúa la mayoría de estos edificios. Las plazas se conectan por medio de bellas calles adoquinadas (adoquines de dura cantera de la cañada, labrados a mano, que le dan un carácter especial a casi todas las calles del Centro Histórico) antiguamente empedradas.
De una época más reciente está la Casa Mota, de un austero estilo ecléctico–que luce una fachada de elaborados almohadillados–. El Palacio Municipal, cuya fachada también corresponde al estilo ecléctico, aunque su estructura interna pertenece a una época anterior, hoy está magníficamente restaurado y es sede del Gobierno Municipal.
En cuanto a la arquitectura religiosa, no se puede dejar de visitar el templo y convento de Santa Rosa de Viterbo, sin duda alguna el edificio más representativo de un barroco exuberante profusamente decorado, donde se ha rescatado la pintura original de sus fachadas, pórtico, torre, cúpula e interiores. Son innumerables los elementos que causan la admiración de todos: sus arcos botoreles invertidos –proeza sin par del arquitecto Mariano de las Casas–.
El convento y templo de Santa Clara posee magníficos altares barrocos de madera dorada; destaca en esta obra su trabajo de herrería tanto del coro bajo como de la tribuna en la parte superior; la profusión de su decorado es un claro ejemplo de la belleza alcanzada en la decoración barroca, su riqueza de formas hace de sus altares, junto con los de Santa Rosa de Viterbo, los trabajos más característicos del esplendor del siglo de oro queretano.
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